Recientemente, el Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Córdoba, en Argentina, ha emitido un extenso pronunciamiento dirigido a cuestionar la disciplina del coaching ontológico.
Reconociéndome como uno de los referentes principales en el desarrollo de esta disciplina, me siento en la obligación de responder a lo que allí se señala. Después de leer cuidadosamente y de sopesar los argumentos que dicho texto contiene, debo manifestar que celebro la posibilidad de este intercambio pues permite disolver opiniones erradas sobre el coaching ontológico, las que posiblemente pudieran ser compartidas por otros, no adecuadamente informados sobre lo que somos, hacemos y buscamos.
Confío, por lo demás, que en la medida que logre disipar los temores que percibo detrás de la posición adoptada por el Colegio Profesional y pueda rebatir sus premisas, la actitud antagónica que hoy se adopta frente al coaching ontológico pueda convertirse en una relación de colaboración y enriquecimiento mutuo, que favorecerá tanto a la psicología, como a nuestra propia disciplina. Ello, por supuesto, en el entendido de que las premisas que se invocan en este pronunciamiento sean las que avalan el cuestionamiento que se nos hace. De lo contrario, nada de lo que diga podrá colocar en entredicho la crítica que se nos dirige y todo esfuerzo por rebatirla será vano. Este intercambio, por lo tanto, representa una gran oportunidad para construir una relación constructiva entre ambas disciplinas, la psicología y el coaching ontológico, y no quisiera dejarla pasar. Mi respuesta, por lo tanto, va dirigida tanto a los coaches ontológicos como a los psicólogos.
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